jueves, 6 de agosto de 2009

¿Qué pasa con los legisladores de Barahona?

Por julio Gómez
En los últimos doce años, que equivalen a tres períodos, la provincia de Barahona ha visto desfilar por el Congreso Nacional no menos de doce legisladores, entre diputados y senadores. A muchos de ellos gran pare de los votantes de las comunidades de la provincia les creyeron y en relación a sus ofertas de campaña se crearon grandes expectativas. Sin embargo, al día de hoy esas esperanzas continúan vivas en espera de que se les de respuestas, convertidas en solución.

Duele decirlo, pero los congresistas (diputados y senadores) de Barahona son de los que menos crean y someten proyectos de leyes en sus respectivas cámaras, en favor de la provincia de Barahona y en particular de las comunidades de donde nuestros legisladores provienen y a las que representan, o deben representar.


Pero resulta que, contrario a los de otros pueblos del país, los legisladores de Barahona se han quedado atrás, puesto que no han logrado demostrar en la práctica política la eficiencia y la creatividad que caracteriza (o que se presume debe caracterizar) a un político-legislador congresual, o bien a un concejal, como también se le denomina al regidor de un ayuntamiento municipal.

Nosotros y otros muchos barahoneros nos preguntamos ¿cuál es la causa de esta falta de disposición y de iniciativa legislativa de nuestros congresistas? ¿Merecen en realidad la pena que se les llame legisladores? ¿Es que en los pueblos –secciones, parajes y municipios de la provincia— no existen problemas ni necesidades prioritarias que solucionar? ¿Es que acaso vivimos en una zona donde nuestros habitantes tienen resueltos sus problemas básicos?

¿Es que aún seguimos esperando, como antaño, que la varita mágica y la sola acción salvadora del gobierno central aparezca siempre resolviéndolo todo, mientras ustedes, legisladores, síndicos y regidores, por quienes la población echó el voto y en cuyo favor confió y delegó su respuesta y solución, se sientan a esterar que todo cambie, mejore o revolucione sin su intervención ni su participación activa y directa? ¡Oh, qué bien! ¿Qué fácil esa posición y actitud de nuestros legisladores provinciales?

¿O es que nuestros legisladores –los que nos han representado en los últimos veinte años, con las escasas y honradoras excepciones— piensan que, por el hecho de que nadie se queje ni proteste, eso significa que nadie está mal? (y vean que no uso la palabra bien).

¿Y los discursos aquellos, pronunciados de forma entusiasta y eufórica en la campaña electoral cuando se vendían como candidatos a la posición? ¿Y los compromisos hechos de forma encendida y alegre a los militantes del Partido, a los votantes pobres y desprotegidos, oriundos de los barrios y de las comunidades marginadas, a quienes por delegación de su mandato constitucional legalmente representan en el congreso de la República; quienes confiaron en ustedes al momento de acudir a las urnas a sufragar en su favor y provecho cada 16 de mayo en las elecciones congresuales y municipales, cada cuatro años?

Resulta que todos, o casi todos, los legisladores que en los últimos períodos legislativos han representado a la provincia de Barahona en el Congreso de la República han sido abogados, es decir, que conocen más que cualquier otro legislador cómo se hace un proyecto de ley (criterios legales), y lo que es más importante aún es que conocen cuáles son los graves problemas que afectan a nuestras comunidades, e incluso cómo enfrentarlos. Y sin embargo, ¡oh paradoja de la vida!, parecería como si ya convertidos en legisladores, desconocieran o no supieran cómo redactar y someter al hemiciclo un proyecto de ley que tome en cuenta las más graves necesidades y problemas de sus pueblos y de la provincia que representan.

Pero esas y así son las cosas de la cultura política en nuestro medio…

El autor es Escritor y Periodista (CDP).
Barahona, R. D.

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