El Puente de Habanero

Por Welnel Darío Féliz
El
colapso de los aproches del puente sobre el río Ocoa, durante el paso de la tormenta
Isaac el sábado 25 del mes de agosto, nos mostró la importancia capital de los
puentes para el desarrollo de los pueblos. En lo inmediato se anunció que “el
sur estaba aislado” (aunque no sé de qué lo estaba, pues la gente de Azua podía
decir que Santo Domingo estaba aislado) y se conoció la noticia de que en ambos
extremos el “tapón” era enorme, con vehículos privados y de pasajeros y
camiones de carga varados allí. Poco más de treinta horas sin puente alarmó a los
habitantes y es que este no es solo una estructura de acero o concreto que
cruza algún río o cañada, es una construcción que propicia la comunicación y
permite la rápida evolución económica y social, un impacto positivo en todos
los órdenes, transformando rápidamente a las comunidades.
Ante esas
noticias, hurgue en mis notas sobre un puente poco valorado pero importantísimo
para le evolución de Barahona a partir de 1921: el puente de Habanero sobre el
río Yaque del Sur, el cual cambió radicalmente la movilidad e impactó en la
estructura y la economía de los pueblos de la zona.
Desde que
se fundó Barahona en 1801, sus habitantes mantenían una estrecha relación
económica con los demás pueblos allende el río Yaque (en ese entonces
denominado Neiba). De hecho, desde el Rincón (Cabral) y Pescadería, por el
Yaque bajaban las maderas que eran trasladadas a las bodegas de los barcos y
era, además, una vía pluvial que permitía cierta movilidad río arriba,
empleando canoas o balsas hechas con troncos.
En
Rincón, quien durante mucho tiempo fue el centro de producción agrícola y de
provisión de pescado de la comarca (los que se vendían en San Juan y sus
poblados aledaños), no solo se cultivaban productos de consumo, sino que se
industrializaban obteniendo derivados de la caña, como la raspadura y el ron,
ambos derivados de la caña, así como cativía y otros. Rincón era la vía
utilizada para la comunicación con varios de los pueblos de la rivera sur del
Lago Enriquillo, con sitios de la sierra de Bahoruco y con Barahona.
La
dinámica evolutiva del pueblo Barahona en la segunda mitad del siglo XIX, principalmente
a partir de 1879, lo comenzó a ubicar como el centro económico de la comarca y
a cambiar las modalidades comerciales. A partir de este año, varios
comerciantes foráneos se instalaron y comenzaron a llegar nuevos habitantes,
agricultores, profesores y otros, que demandaban productos agrícolas. Hacia
1881 se apertura el puerto al comercio de importación y exportación, aumentando
la demanda, por lo que el mercado y el comercio barahonero pasó a depender casi
exclusivamente de los productos de los pueblos de las riberas del Yaque, como
Fundación, Peñón, Pescadería, El Cruce de la Canoa, Rincón, La Otra Banda y
otros lugares.
Estos
pueblos asistían con frecuencia a abastecer los barcos de productos agrícolas,
como de plátanos, así como a los mercados de consumo. De estos lugares se
llevaba a Barahona todo tipo de rubros y carne, productos terminados e
industrializados y la mayoría tenía que pasar por el río Yaque, por el sitio
Habanero, utilizando para ello una frágil canoa. Algunos daban la vuelta por
Rincón. Este movimiento era muy común y utilizado por comerciantes, pues en
Rincón, aparte de que brindaba un camino seguro hacia Barahona y acortaba las
rutas hacia otros lugares, había un buen mercado de compra y venta de bienes,
además de muchos habitantes (la mayor cantidad de todos los pueblos incluyendo
a Barahona) que se abastecían en gran medida de mercancías que vendían
pacotilleros, sean traídas desde Haití o producidas en las cercanías. Además,
allí se concentraban en los días de mercado los vecinos de varios pueblos, como
La Lista, Las Auyamas, El Firme, La Cú, El Montaso, Los Naranjos, Las Salinas,
Cristóbal, Cachón y otros lugares.
La
demanda de productos agrícolas implicó el aumento del movimiento en canoas por
el Yaque, provocando serias dificultades en el traslado. En la época de
lluvias, cuando el río aumentaba su caudal, se tornaba casi imposible cruzarlo.
Pero la petición alimentaria no cesaba y esta situación, unido a la búsqueda de
capital por parte del ayuntamiento de Barahona, lo llevaron a buscar una
solución: la instalación de una barca, tal y como existía desde hacía siglos en
el cruce del Haina, que comunicaba a Santo Domingo con la productiva región del
Partido de los Ingenios (San Cristóbal).
Ante la
necesidad imperiosa de la barca, en marzo de 1887 el comerciante y General
Santiago Peguero, propuso al ayuntamiento le otorgase la concesión para
construir una barca en el cruce de habanero, autorización que se le concedió y
su derecho de explotación por 15 años. La barca se construyó en lo inmediato y
entró en operaciones poco después, eliminando la canoa que otrora se utilizaba.
Pero el
uso de la barca era traumático, pues inmediatamente aumentó los precios de los
productos, al tener que pagar impuestos por cruzar el río. Además, la barca en
ocasiones no funcionaba, se llenaba de agua, se encontraba en mal estado
poniendo en peligro las vidas de los usuarios, no le servía el cabo de amarre o
se hundía. Cuando el río traía fuertes avenidas la barca no funcionaba o se
perdía, dejando por mucho tiempo a los habitantes sin el medio de transporte,
los que, acostumbrados como estaban a ella, les provocaba serios inconvenientes
en sus negocios.
La
importancia de la barca para el transporte la hacía objeto del accionar de
grupos en pugna en tiempos de rebeliones. Hacia 1912, reclutas desertores del
gobierno que se pasaron a las filas de los campesinos, tomaron la barca y la
perdieron hacia el mar, provocando menos movilidad a las fuerzas
gubernamentales. Cuando comenzaron a utilizarse los vehículos, a partir de 1915
o 1916, cruzaban por la barca hacia los caminos hacia el valle, pagando un peso.
Hacia 1919 la barca operaba las 24 horas, pagando 6 centavos por el cruce entre
las 6 de la tarde hasta las 6 de la mañana y 8 centavos durante el día.
Hacia
1916 se comenzó a instalar el ingenio Barahona y con él los pobladores, el
comercio y la demanda crecieron, así como el uso de la barca. Por igual,
comenzaron a llegar vehículos de motor, que, como vimos, utilizaban la barca. A
la par con el crecimiento, la barca comenzó a ser un verdadero obstáculo para
la industria. Ante tal situación, en 1920,
los propietarios del ingenio decidieron levantar un puente de cruce
peatonal y vehicular y otro ferroviario en Habanero y, autorizados, comenzaron
la construcción en lo inmediato.
A los
pocos meses el puente estaba casi terminado y se decidió que a su conclusión se
permitiese el paso libre para la población, sin pagar impuesto alguno por su
uso y el traslado de sus mercancías. Pero el ayuntamiento se opuso en lo
inmediato a que se permitiese dicho paso, prefiriendo siga en operaciones la
barca, por lo menos hasta finales de ese año, interviniendo el Secretario de lo
Interior, quien comunicó que la
construcción de un puente para el tráfico libre hace innecesario la barca en
dicho lugar y que resultará el puente más beneficioso para la común. Pero
el ayuntamiento prefería proteger sus intereses y los de los inversionistas y
le contesto que era su intención que el
tráfico libre se demorado hasta el 31 de diciembre del presente año para evitar
prejuicios al erario comunal, por ser en esa fecha cuando vence el contrato
existente entre el rematista de dicho ramo barca de Habanero y este concejo (Ayuntamiento
de Barahona, sesión del 6 de febrero de 1920).
En julio
de 1920 el puente de Habanero estaba casi terminado y a las 11 de la mañana del
31 de este mes fue puesto en servicio para el paso del público de a pie. En lo
inmediato recibió la oposición del rematista de la barca, quien vio afectado
sus derechos. Pero la gente ni los administradores del ingenio prestaron
atención y desde esta fecha comenzó a cambiar la comunicación y la vida de la gente, en tanto impulsaron el
rápido traslado.
En los
años siguientes el puente de Habanero rindió frutos fundamentales para el
desarrollo. Por él no solo transitaron los vehículos del ingenio, sino que
aumentó la fluidez de la movilidad
humana y vehicular. El efecto inmediato fue cierta eliminación del trasiego
humano por Cabral, lo que, junto con el aumento poblacional de Barahona,
generaron una drástica disminución del comercio, al trasladarse los comeciantes
radicados allí hacia el nuevo y explosivo polo económico. Asimismo, los aires
de progreso soplaron y permitió insertarse a los hombres y mujeres suroestanos
en la rueda de los cambios, beneficiando a los productores agrícolas y
ganaderos de los lugares más allá del Yaque.
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