lunes, 22 de junio de 2009

Una profesión nueva

Fuente : elnacional.com.do
Sargento de la Fuerza Aérea asegura es inocente de robo de armas y se dedica a pintar para ocupar parte de su tiempo

SANTIAGO. Félix Campusano Bonilla, un sargento mayor de la Fuerza Aérea que lleva seis años preso por un delito que asegura no cometió, ha encontrado en el Centro de Corrección y Rehabilitación Rafey-Hombres lo que para él es su verdadera vocación: pintar.

En el entendido de que las autoridades no han sido justas al momento de conocer su caso, este hombre, de 29 años, soltero y sin hijos, ha sabido aprovechar la oportunidad que ofrece el nuevo régimen penitenciario, convirtiéndose en uno de los alumnos más aventajados en pintura acrílica acrílica y acuarela.

Su infortunio comenzó hace seis años, cuando del depósito de armas de la Fuerza Aérea desaparecieron varios fusiles, incluyendo el que tenía asignado.


Aunque al momento de la pérdida de las armas se desempeñaba como encargado de dicho departamento militar, Campusano Bonilla recuerda que en esos días estaba en Puerto Rico, cumpliendo una misión de asesoría en materia de defensa civil y que, antes de ese viaje, estuvo prestando servicios en la guerra de Irak.

Al regresar al país se encontró con la desaparición de las armas e incluso formó parte de la comisión investigadora que luego localizó el pertrecho militar, aunque nunca se ha dicho en poder de quién.

Para sorpresa de Campusano, fue ordenado su arresto e ingresado en en una de las celdas solitarias que tiene la Fuerza Aérea en sus instalaciones, donde permaneció por espacio de un año.

Fue entonces cuando se produjo su traslado al Centro de Corrección y Rehabilitación de Rafey-Hombres donde, de acuerdo a su testimonio, las autoridades tratan al interno como persona, lo que marca la diferencia entre una cárcel normal y ese recinto, que es considerado como modelo.

Sentado en la puerta principal de las áreas de enseñanza-aprendizaje del Centro, lo halló recientemente el procurador general, Radhamés Jiménez Peña quien, acompañado de autoridades carcelarias e invitados, realizó una inspección.

Con la tranquilidad que se aprende al estar privado de la libertad, Campusano daba los toques finales a su más reciente obra pintada en acrílica: una denuncia social de la manera como él ve la situación del país.

Y no tuvo tapujo al describirle al Procurador General y sus acompañantes lo que había plasmado en el lienzo: Una réplica de lo que denomina como “palacio de injusticia de la República”; el poder del dinero sobre la masa oprimida y parte del Palacio Nacional donde, según su punto de vista “muchas veces comienzan las desgracias”.

Otro aspecto de la visión que tiene Campusano Bonilla y que está consignado en la pintura es la repartición económica de superiores militares y gubernamentales; el mal estado de los hospitales y de los servicios básicos que recibe la ciudadanía “donde se gastan millones de pesos y las cosas nunca salen como debe ser”.

Su crítica al régimen penitenciario también forma parte de la pintura, al observarse una persona influyente saliendo de prisión por la puerta principal, mientras presos se amotinan en reclamo de justicia porque para ellos esa puerta nunca se abre.

Y mientras da las últimas pinceladas a su obra Campusano espera que desde la secretaría de las Fuerzas Armadas muestren mayor empeño en aclarar su caso “sin importar que emerjan nombres sonoros dentro y fuera de los cuerpos castrenses, verdaderos responsables del sospecho robo de las armas que les ha permitido mantenerme encerrado, como una especie de chivo expiatorio”.

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